sábado, febrero 10, 2007

La segunda generación de la reforma educacional en Chile: Una discusión teórica y una demanda social.

La necesidad de que nuestro sistema educacional sufra transformaciones estructurales para alcanzar un alineamiento entre las formas de enseñanza y de los aprendizajes con los cambios globales que afectan todas las esferas de la acción humana, y por ende consistentes con las demandas del modelo de desarrollo interno, ha determinado que el diseño de política educacional de nuestro país apunten a la instalación de un sistema educacional que garantice altos niveles de calidad y equidad.

La primera etapa de la reforma educacional, en los años 90’ tuvo que generar las condiciones mínimas para iniciar un proceso sostenido y permanente de cambio de manera de generar un piso sobre los cuales se pudiese concretar los objetivos de la política educacional pública. Entre ellos destacan, la intervención el currículo con la instalación de los objetivos y contenidos obligatorios mínimos y transversales, la Jornada Escolar Completa, la fuerte inversión en infraestructura de escuelas y liceos municipales y particulares subvencionados, los programas especiales del Mineduc a escuelas y liceos, la formación y capacitación de los profesores y los acuerdos alcanzados con el colegio de profesores.

Sin embargo, y a pesar de los avances alcanzados en materia de educación - en los últimos 15 años - los resultados no son satisfactorios. Estudios internacionales y los sistemas de medición interna dan cuenta que los esfuerzos desarrollados no han sido suficientes para el logro de los objetivos. Eso se explica en parte, porque el Mineduc durante estos años ha ido interviniendo los problemas estructurales que presentaba el sistema creyendo per se que la generación de cambios en el diseño curricular, en el aumento de inversión pública y privada, la aplicación de programas especiales, etc., generaría las transformaciones necesarias del sistema lo que finalmente se vería reflejado en sus resultados.

Todos los estudios en educación indican que el proceso de transformación del sistema educacional debe -en esta fase- apuntar al factor gestión de las organizaciones escolares ... “las transformaciones educativas radica en una gestión integrada de la institución educativa estratégica. Sólo una profunda transformación de la forma de trabajo en educación permitirá situar al sistema educativo en óptimas condiciones de avanzar hacia los objetivos estratégicos que lo están desafiando: calidad, equidad, pertinencia del currículo y profesionalización de las acciones educacionales.

Como señala el estudio de C. Alvariño. et al. “La gestión es un elemento determinante de la calidad del desempeño de las escuelas, sobre todo en la medida que se incrementa la descentralización de los procesos de decisión en los sistemas educacionales. (...) la reciente literatura sobre escuelas efectivas subraya la importancia de una buena gestión para el éxito de los establecimientos. Ella incide en el clima organizacional, en las formas de liderazgo y conducción institucionales, en el aprovechamiento óptimo de los recursos humanos y del tiempo, en la planificación de tareas y la distribución del trabajo y su productividad, en la eficiencia de la administración y el rendimiento de los recursos materiales y, por cada uno de esos conceptos, en la calidad de los procesos educacionales
[1].

La transformación en la que estamos inmersos nos impone transitar desde un presente modelo de administración escolar hacia un modelo de gestión educativa estratégica.
[2]

Desde un punto de vista más ligado a la teoría organizacional, la gestión educativa es vista como un conjunto de procesos teórico-prácticos integrados horizontal y verticalmente dentro del sistema educativo, para cumplir los mandatos sociales. La gestión educativa puede entenderse como las acciones desarrolladas por los gestores que pilotean amplios espacios organizacionales. Es un saber de síntesis capaz de ligar conocimiento y acción, ética y eficacia, política y administración en procesos que tienden al mejoramiento continuo de las prácticas educativas; a la exploración y explotación de todas las posibilidades; y a la innovación permanente como proceso sistemático
[3].

La implementación de un modelo de intervención escolar, cuya meta sea “maximizar los resultados de aprendizaje” requiere de la definición de objetivos que por su naturaleza técnica e ideológica requiere de la concurrencia de voluntades, conocimiento, tecnología, capacidades, habilidades y destrezas internas y externas a la organización escolar que por su complejidad y dinamismo se hacen difíciles de definir y llevar a la práctica en cada unidad escolar.

En la actualidad es posible identificar tres modelos o paradigmas de organización y gestión escolar – Eficacia Escolar, Mejora de la Escuela, Mejora de la Eficacia Escolar – cuyos propósitos centrales son los de incrementar la calidad de los centros escolares. La OCDE en 1995 definió a una educación de calidad como aquella que asegure a todos los jóvenes la adquisición de los conocimientos, capacidades, destrezas y actitudes necesarias para equiparles en la vida diaria. Sin embargo esta definición es difusa en la medida en que no se considera el contexto, ni el marco conceptual sobre que las políticas públicas y los establecimientos escolares construyen la identidad institucional. Es por ello que la calidad significa cosas diferentes según las perspectivas y los grupos de interés, según para quién y para qué sea esa calidad.

Desde una perspectiva humanista y social, y teniendo como marco irrenunciable la igualdad de oportunidades, una definición aceptable de escuela de calidad y eficacia de los sistemas educativos es la de Mortimore (1991). Puesto que presenta la ventaja de ser amplia e incluir la importante noción de valor agregado, fundamental a la hora de valorar los logros, ya que la eficacia no está en conseguir un buen producto a partir de unas buenas condiciones de entrada, sino que hacer progresar a todos los alumnos sea cual fuese su contexto. Además supone una noción de calidad referida a algo más que a los simples rendimientos académicos, que incluye el bien-ser moral, afectivo y físico de los implicados. Y por, último concede todo el protagonismo a las escuelas (autonomía), considerando el sistema educativo, el marco legal y administrativo de la tarea de los establecimientos escolares.

Entre los modelos de gestión escolar prevalecen ciertos elementos que son indispensables. El aporte del modelo de Escuela Eficaz ha sido el intento de identificar los factores que hacen que la escuela sea eficaz. Hoy en día, se contempla la incidencia de la equidad y en la medición del valor agregado, el contexto, que determina lo que acontece en la escuela y en la sala de clases y por tanto, condiciona el desarrollo del aula, por otro lado, la importancia del aula como elemento básico que determina el desarrollo del alumnado, sólo por ser el nivel donde tienen lugar de manera preferente los procesos de aprendizaje. Javier Murillo (2000) ha identificado cuatro factores que inciden en los buenos resultados de los alumnos: 1° Una dirección escolar adecuada; 2° Un clima escolar positivo; 3° Trabajo de los profesores (colaboración, actitud innovadora, actividades de adaptación y atención a la diversidad y 4° Participación e implicación de las familias.

El modelo de Mejora de la Escuela pretende transformar la realidad que por conocer cómo es o debería ser esa transformación. El modelo plantea tres fases en la mejora de la escuela: 1° Fase de iniciación que consiste en la decisión de emprender el cambio y desarrollar un compromiso con el proceso. Las actividades principales en esta etapa son la determinación de iniciar el cambio. La revisión o diagnóstico del estado actual del establecimiento, que fijará las áreas necesitadas de mejorar; la exploración de opciones, que desembocará en la selección de aquella que se desea optimizar, y la planificación de los procesos. Algunos factores asociados con esta fase, decisivos para la realización de este cambio, son las experiencias de transformación que se han dado con anterioridad, la disponibilidad de nuevos fondos, la presión ejercida desde dentro y fuera de la escuela, la existencia de recursos y la calidad de la condiciones y de la organización interna de la escuela. 2° Fase de desarrollo, está determinada por las características del cambio, las condiciones internas de la escuela, y la presión y el apoyo externos. Consta de dos grandes momentos: el de la pre-implementación y el de la implementación, ya que muchos cambios fracasan en el primero si no se ha generado suficiente apoyo inicial. Un tercer momento de esta fase, es el de la evaluación del proceso de mejora. Las actividades principales en esta fase de desarrollo son realizar planes de acción, llevar a cabo y mantener el compromiso hacia el proyecto, comprobar periódicamente el progreso y superar los problemas. 3° Fase de institucionalización que es el periodo en que la innovación y el cambio dejan de ser una novedad y se convierten en una forma habitual de hacer las cosas en un establecimiento escolar. Esto no es algo que se produzca de forma automática, ya que en la mayoría de las ocasiones los cambios tienden a desvanecerse después del entusiasmo inicial, o cuando desaparece el líder o bien se terminan los impulsos externos. Las principales actividades para culminar con éxito esta fase son asegurar que el cambio se incorpora a las estructuras, organización y recursos del establecimiento escolar. Eliminar las prácticas rivales o contradictorias, establecer vínculos permanentes con otros esfuerzos, con el currículo y con la acción docente dentro de la sala de clases. Confirmar la participación en la escuela y su entorno, y tener un staff adecuado de profesionales que faciliten el cambio y profesores asesores para la formación de las destrezas necesarias (Murillo 2001)

En los años 90’ surge el movimiento de Mejora de la Eficacia Escolar que intenta aunar los dos modelos precedentes. La idea es conocer cómo puede llevar a cabo una escuela procesos satisfactorios de cambio que incrementen el desarrollo de todos los alumnos mediante la optimización de los procesos de aprendizaje y de las estructuras organizativas del centro, y cómo aplicar ese conocimiento a una mejora real del colegio. Este enfoque muestra, por tanto “donde ir” y “cómo ir”, y su objetivo es eminentemente práctico: ayudar a los establecimientos escolares a cambiar para conseguir sus objetivos educativos de forma más eficaz.

En este contexto, el Programa de Educación de Fundación Chile creó un Área de Gestión Escolar para transferir al sistema educacional diversos recursos que potencien efectivamente el mejoramiento de la calidad puesto que las escuelas pueden y necesitan hacer significativos avances en su gestión si se desea mejor la calidad del sistema educacional y aprovechar efectivamente los crecientes recursos que el país destina a este sector.

El modelo desarrollado por Fundación Chile consiste en el diseño e implementación de una metodología para instalar sistemas de gestión institucional y pedagógica en los establecimientos educacionales, contribuyendo sustancialmente a mejorar los procesos de la organización y, por ende, los resultados académicos de sus alumnos.

En efecto, el modelo de Fundación Chile se fundamenta en el modelo de escuela eficaz, en cuanto una escuela efectiva es aquella en que los alumnos progresan más allá de lo previsto considerada sus características socio-familiares de origen. Por tanto, una escuela efectiva agrega valor extra al aprendizaje de sus alumnos en comparación con otras escuelas que atienden una población similar
[4].

El modelo de Gestión Escolar de Calidad de Fundación Chile se basa en cinco premisas:

1. La gestión de calidad se fundamenta en el conocimiento profundo de las necesidades y expectativas de los usuarios y beneficiarios de la organización escolar.

2. La visión y estrategia institucional consolidan la contribución y la forma en que la organización se propone responder a las necesidades y expectativas de la comunidad escolar.

3. Los integrantes de la comunidad escolar saben cómo contribuir al logro de los fines institucionales, siendo reconocidos por ello.

4. Los procesos de gestión tienen como foco el aprendizaje organizacional y se basan en estándares de desempeño y efectividad que son monitoreados sistemáticamente.

Los resultados son conocidos, analizados e informados a la comunidad escolar y se asume la responsabilidad pública por ellos.

Así mismo, Fundación Chile promovió la creación de un organismo autónomo, denominado Consejo de Gestión Escolar, encargado de Certificar a todos los establecimientos escolares que adopten el modelo de gestión escolar de calidad. En efecto, la certificación tiene entre sus objetivos mejorar la calidad y equidad de la educación; mejorar y garantizar procesos y resultados escolares; fortalecer las capacidades de aprendizaje y mejoramiento institucional e informar en forma transparente sobre la oferta educativa existente.

[1] Gestión Escolar. Un estado del arte de la literatura C. Alvariño*, S. Arzola**, J.J. Brunner*, M.O. Recart* y R. Vizcarra pág. 1
[2] Ver “Competencias para la profesionalización de la gestión educativa”. Capítulo II. IIPE Buenos Aires. 2000. Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación.
[3] Op. Cit. pág. 4
[4] Mortimore 1991, Scheerens 2000, Sammons 2001

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